11.9.09

Abecedario

Descubrí una gran web, del escritor Alberto Chimal, en el que además hay divertidos ejercicios de escritura.

Este es uno de ellos: Un ejercicio con restricciones: escribir una historia de exactamente veintisiete palabras, en la que cada palabra comience con una letra distinta del alfabeto convencional (ABCDEFGHIJKLMNÑOPQRSTUVWXYZ) y todas se encuentren en orden alfabético.
En el caso de la Ñ y la X, se pueden usar palabras que usen dichas letras en la primera sílaba.

Y ésta, mi prueba:

Antes brillabas cuando de entre filas gigantes irrumpía Jackson ( “Kamikaze”, lo llaman). Más no añores o pretendas que recuerde siempre tu última voluntad. Wonda exhaló y ¡zas!

5.3.09

tu vois la vie en rose?

et alors?
finalement ça marche!

3.3.09

Suspensa

Durante dos años aprendí a no perder. Un simple movimiento hacia atrás del cuello es suficiente para no olvidar, no repetir, no caer. Ideas claras, mensajes concisos: mantenerse, quererse, no hablar demasiado. Pensar, reflexionar antes de actuar. Avanzar siempre atada a la cuerda que está atada a la ventana de mi cuarto atado al suelo. No hacer. No empezar o abandonar deprisa, calculando los metros ganados en cada negativa.

Llegué a formular teorías, algunas de gran importancia, las cuales elogiaban mis profesores. Ellos, sin duda sabios, a veces no hacían sino confundirme con sus lecciones metafóricas, sombrías en unos casos, y extremadamente liberadoras en otros.

“Anda, no te dejes de llevar por una palabra, un no se qué, y todo por nada. Anda, no te dejes de arrastrar otra vez por esa negra marea” decían los Mártires, mientras Martirio apuntaba “dejarse llevar, dejarse llevar, que el cuerpo no tiene la culpa de ná”.

Por el miedo a morir o padecer en defensa de la causa, me acogí al más cínico sofismo creyendo sólo lo que el ejemplo me ha enseñado. Y así fui pasando las pruebas hasta ser la mejor en esto del vacío.

Ahora apareces de repente, como una anotación a pie de página, una nueva lección creada para reformar el pensamiento más allá de la mera teoría y de las experiencias escogidas de manera selectiva para ilustrar el convencimiento de lo no empírico.

Desconozco el tipo de letra en el que imprimes tus caricias, me gusta, pero me cuesta mirar de cerca ese corazón en mayúsculas, rojo, punta roma.

Es inútil medir la distancia a la que me acerco o la fuerza con la que mis manos cogen las tuyas hoy. Es demasiado fácil llegar a quererte. Así que, como una vegetariana convertida al chopper, me rindo. Tengo preparadas las gafas progresivas y un puñado de bolígrafos de colores. Enséñame a leerte.

20.2.09

Estela - Zenet

19.2.09

Mi vida mañana

Me levanto temprano, con prisas, entre la cocina y el baño sobrevuelan aún los reflejos de un sueño que descubro extraño una vez más, y re-comienzo a re-pensar qué puedo hacer para mejorar mi vida. Busco la clave, el secreto. Me pregunto qué es la suerte.

El Metro llega amenazante, ruidoso. lleno de gente seria y callada. Me pregunto qué se preguntan, si se preguntan, si creen en la suerte, si se merecen sentarse en el Metro a esas horas, cuando el día aún no lo es. Me inquieto porque va lento. Próxima estación: pérdida de tiempo.

A la salida del Metro el paisaje ha cambiado, la ciudad ha despertado e intenta levantarse apoyada en ordenadores portátiles, maletines, teléfonos móviles, periódicos, coches, motos, autobuses. HUMO.

Torres de cemento y cristal censuran el horizonte y toda perspectiva de libertad. El aviso de invidentes del semáforo en verde sustituye al canto de los pájaros y las rayas blancas del suelo se convierten en un permiso, en lugar de una posibilidad.

Llego al trabajo. Jose, el guardia brasileño de la obra de en frente, me saluda amistosamente. Me complazco en pensar que aún queda gente como él, simple y amable, a pesar de sus dos trabajos y la lejanía de la bossa nova.

Ficho. Empieza la cuenta de las horas que me quedan para resucitar. Lo que sigue es una sucesión de lo mismo que ayer y mañana, la creatividad limitada a la orden, la información y la verdad cuestan dinero.

Hay siete teléfonos sonando y veinte personas hablando de cosas que no me importan y tengo que escuchar. Hay momentos en los que hace frío y otros en los que hace calor, pero mi rincón siempre es igual. Por la izquierda entra el sol al tiempo que yo, por la derecha, cinco mesas más allá, se va cuando yo todavía sigo contando minutos, inútiles, infructuosos, pesados, lentos, viciosos.

Salgo a la calle y el paisaje de oficinistas trajeados se ha adornado con escolares que salen ahora del colegio y quieren jugar y gente de todo tipo que llena la administración de loterías porque también ellos quieren jugar.

Otra vez el Metro, más ruidoso todavía, que entremezcla ahora todo: el día de compras, la vuelta, la ida o la búsqueda de trabajo, los turistas, los pobres, los casi-ricos, olores de todo tipo, conversaciones aburridas, libros interesantes, ganas de hacer o de no hacer.

Como en una burbuja observo todo y sigo pensado qué puedo hacer para mejorar mi vida, dónde están mi tiempo y mi dinero, ¿existirá la suerte?

Llego a casa, cocino, me ducho, quiero ser, pero no me queda ilusión. Enciendo la tele. Es todavía más ruidosa que el camión de la basura que no legaré a oir esta noche de satélites estrellados.

17.2.09

fiebre


te veo pequeña en la puerta; la distancia q nos separa debe de ser de un metro y medio aprox
y tengo la percepción de que estás lejana; tu voz y tu cuerpo los percibo distorsionados
y sin embargo insisto en levantarme, cambiarme y salir
gracias por hacerme un placaje a tiempo; sino seguiría ahora mismo delirando.

28.1.09

la canzone del sole

una canción para ti

26.1.09

Me arrepiento

Me arrepiento por fin y decido asumir el daño que yo misma me hago, cuando caigo sobre el suelo y más tarde sobre la cama, acompañada de fantasmas que no logro ver, y apenas siento.

Me desdigo sobre la falsa tranquilidad del “no pasa nada”, porque el dolor de los moratones de mi cuerpo pasará, pero ese trocito de mí que dejé que me robaran se perdió para siempre.

Sumo y sigo, y sigo y sigo. Y ya perdí la cuenta de las veces que me regalé, que me convertí únicamente en carne, y en besos apasionados sin base ni fundamento, ni deseo.

Y lloro porque tengo miedo, un miedo mayor que cualquier miedo, pues no procede de lo desconocido, sino de ese reflejo mío del sábado noche. De ese saber que no quiero hacer y hago, que no puedo evitar la transformación.

Asumo mi culpa y perdono a la sociedad por ofrecerme esos elixires mágicos que me hacen conocer la verdadera euforia, para luego olvidarla, para quedarme vacía, para perderme.

Me arrepiento por fin, y no es fácil, pero es maduro y sincero el querer ser yo cuando yo quiero ser.

15.1.09

no me mires, déjalo ya

vaya pelos,
vaya pintas,
vaya ojeras,
vaya...
mejor quedarse en la cama, un día como hoy
aaaaaaaaaaah!
mañana será otro día

5.1.09

un giorno de piogia



auguriiiiiiii!